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martes, 27 de enero de 2015

La enemistad IV/VIII



La afirmación de que las relaciones de poder entre las mujeres son conflictivas y crueles se desprende de la experiencia cada vez más generalizada de la llegada de mujeres a espacios de poder o a jerarquías de poder antes inalcanzables por la baja altura del techo de cristal.

En efecto, bajo normas jerárquicas y autoritarias, con una formación familiar, escolar y laboral que reproduce esta política, y con un pensamiento conservador o una gran dependencia política,   las mujeres que acceden a posiciones de poder reproducen esos mecanismos misóginos.

Sin embargo, lo que duele más a las mujeres es que sea una mujer la misógina, la que actúa de esa manera. Aquí destacan varios aspectos: La idealización que hace imaginar que las mujeres ya estamos en otra parte y debemos confiar entre nosotras,    la expectativa de otra forma de relación entre mujeres y la ceguera que impide ver los mecanismos misóginos implícitos en el poder hegemónico que cubre la actuación pública.

Al ocupar posiciones de poder las mujeres más tradicionales se sienten amenazadas por las otras mujeres (efectivamente las relaciones sociales se basan en la competencia descalificadora y con capacidad selectiva entre mujeres) y, sólo hacen buenas relaciones con mujeres que no les significan una amenaza de desplazamiento y con quienes se les subordinan sin dificultad.

Por otra parte, las mujeres subordinadas que tienen anhelo de otra forma de relación, no tratan de modificar la estructura de relaciones sino que, alimentadas por su formación de género tradicional, se lanzan contra las mujeres en posiciones de poder. No reconocen la capacidad de otra mujer para ascender y sienten que ése lugar debería ser suyo o de otra, pero nunca de quien lo ocupa. Así, mujeres que están en otras posiciones sociales, no reconocen el poder de la mujer que lo detenta, no reconocen sus capacidades y las confrontan con el fin de debilitarlas.

Los hombres se aprovechan de esta tensión, manipulan la enemistad de género y aumentan el conflicto entre las mujeres. La misoginia en la conducta no es reconocida como tal ni por hombres ni por mujeres. En cambio, la misoginia es detectada con facilidad por muchas mujeres en otras mujeres

Nueva ética para nuevos liderazgos.El feminismo y la mirada entre mujeres. Ponencia de Marcela Lagarde y de los Ríos

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